La tecnología sobre la que se apoya la ganadería intensiva ha provocado profundas modificaciones en las características genéticas y fisiológicas de los animales.
El estricto control de los factores ambientales se traduce por un menor reajuste de los sistemas fisiológicos de adaptación y una patología más discreta, si se compara con la del animal expuesto a las variaciones climáticas y nutricionales de un ambiente más natural. Sin embargo, existen factores perturbadores que afectan al animal a través del medio artificial que le es impuesto.
Los factores en juego se agrupan en tres categorías:
– Interacciones entre animales (ambiente social).
– Interacciones hombre-animal (manipulaciones a las que están sometidos los animales)
– Interacciones animal- medio físico.
En el transporte, especialmente, se conjugan todos los factores de perturbación: las manipulaciones de conducción, la exposición a un nuevo ambiente, la ubicación con animales desconocidos, el hacinamiento, el ruido, los movimientos del vehículo, el hambre, la sed. Ello da lugar a mortalidad, especialmente en los meses calurosos, pérdida de peso que puede llegar al 2’5% del peso vivo total y alteración de la calidad de la carne, que será conocido y
estudiado como estrés al sacrificio. La mortandad puede llegar, para terneros recién nacidos, hasta el 10-15%, produciendo también trastornos patológicos fundamentálmente de tipo respiratorio y gastrointestinales (fiebre del transporte).

 

Situaciones de activación simpática y de la médula suprarrenal

En la cría del ganado cuando el nivel de estímulos es superior al normal se observan variaciones en la frecuencia respiratoria y en el ritmo cardiaco y aumento en el nivel de liberación de catecolaminas. En el cordero, los valores plasmáticos de catecolaminas aumentan en el curso del reagrupamiento para un transporte, en las operaciones de carga y descarga de los animales y en el baño. En el lechón, la excreción urinaria de un metabolito de lascatecolaminas, el ácido vanilmandélico, es aproximadamente de 10 mg; una temperatura ambiental elevada (33°C) o baja (5°C) duplica la excreción durante toda la duración a la exposición. La exposición repentina de vacas a 40°C provoca una fuerte elevación de los valores de adrenalina circulante (de 1,1 a 2,5 μg/l) y de noradrenalina (de 1,9 a 3,5 μg/l) los que se mantienen elevados mientras dura la prueba. La exposición crónica (24 días) a una temperatura de 35°C se acompaña de un aumento moderado y estable de las concentraciones plasmáticas de
catecolaminas. En el pollo, la exposición permanente a 0oC aumenta los valores circulantes de catecolaminas mientras que la exposición a una temperatura elevada (31°C) las modifica poco. En el pavito, la exposición repentina al frío (7°C) o al calor (32°C) provoca una activación general del simpático en evidencia por la caída de los valores tisulares de catecolaminas determinados en el corazón, cerebro y suprarrenales, después del bloqueo químico de su
síntesis; la estimulación adrenérgica no se encuentra en los animales previamente aclimatados. El ruido permanente induce en el cerdo un aumento progresivo de los valores circulantes de catecolaminas. El destete precoz del lechón a las tres semanas de edad, se acompaña de una elevación importante de la actividad de los enzimas implicados en el
metabolismo de las catecolaminas, bien sea en la médula suprarrenal o en el glanglio cervical superior; la manipulación repetida de los lechones tiene el mismo efecto sobre la tirosina hidroxilasa de la médula suprarrenal.
Los aumentos más importantes de las catecolaminas plasmáticas se observan en el momento del sacrificio: en el cerdo el sacrificio sin aturdimiento con colgadura es la técnica menos traumatizante, y el de percutor el más contundente. Los mismos fenómenos se observan en los bovinos y ovinos. La estimulación directa de las regiones del sistema nervioso central al intervenir en el control de la actividad simpática es responsable de estas variaciones.
En resumen, fuera de las situaciones de stress térmico o de elevación de las catecolaminas plasmáticas está ciertamente, al menos para los bovinos. en relación directa con las funciones de termorregulación (la sudoración en los bovinos está bajo control catecolaminérgico), la adrenalina y la noradrenalma son segregadas en todas las
circunstancias necesitando una respuesta activa del organismo y una movilización de las reservas energéticas para hacer frente a la agresión.
La noradrenalina es liberada principalmente por las terminaciones nerviosas simpáticas mientras que la adrenalina proviene esencialmente de la médula suprarrenal. Como estas dos hormonas no tienen enteramente los mismos efectos fisiológicos, cabe preguntarse si la secreción de la una o de la otra no está en relación con la naturaleza de la emoción producida por la situación agresiva. Los trabajos realizados sobre humanos han demostrado que hay
aumento de la secreción de adrenalina en los estados de ansiedad cuando la situación agresiva además de ser de naturaleza incierta o imprevisible está asociada con la incapacidad de ajustar el comportamiento a la situación agresiva; por el contrario, la secreción de noradrenalina predomina en los estados de cólera o de irritación, o cuando en la agresión estan controladas sus consecuencias, y .permitiendo por consiguiente respuestas activas y apropiadas frente a los estímulos agresivos (Schildkraut y Kety, 1967); los jugadores de hockey sobre hielo segregan más noradrenalina durante el tiempo en que ambos compiten, pero liberan sobre todo adrenalina cuando son expulsados del juego o estan de reservas en el “banquillo”. Esta diferencia es, no obstante, mayor en relación con los ajustes circulatorios y cardiacos y la actividad muscular, manifestados en cada una de estas situaciones, que con el aspecto psicológico de las emociones sentidas (Frankenhaeuser, 1975). Datos semejantes no  los hay en animales deganadería.

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